Cuando supe que Ana Blandiana era una de las personas que recibiría el Premio Princesa de Asturias de este año, me acordé de haberla revisado cuando leímos los libros de Tatiana Tîbuleac. Sus poemas me trasladaban a una una voz instalada en medio de una situación social contenida. Es una vida en rejas que saca sus manos en forma de palabras. Ojo, es mi sensación. Creo que eso me afectó. Esa extraña resignación de la no pertenencia, de la insistencia. No en vano fue tan censurada en Rumanía.
En estos días leí dos de sus poemarios y un libro de relatos. Que bien escribe prosa. Me gustó mucho no solo su trabajo estético con la palabra y la construcción de sentidos, sino también el trabajo de las traductoras. No en vano Blandiana le agradece en algunos de sus libros.
Los poemas son más irregulares pero me oprimen igual. Algunos son muy potentes.Les dejo un par de citas de una entrevista que esta autora dio para Letras Libres.
Ana Blandiana: "En aquella época, vivía en un mundo que estaba apunto de romperse, pero nunca se rompía. Era una aberración que nunca se terminaba y es eso lo que me ha marcado; es una marca política, pero también existencial. Por eso, mi poesía se transformó en un análisis de la aberración del mundo".
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"En todas las lenguas la palabra “resistir” tiene doble significado: seguir en la vida u oponerse a algo. Como cualquier otra cosa que es esencial, la poesía es una forma de seguir vivo en este mundo falso, en donde la mentira es la única materia prima y donde todo lo auténtico adquiere connotaciones peligrosas. Las autoridades no prohibieron mi poesía porque fuera política, en raras ocasiones he escrito poesía con acento político, pero lo que yo escribía se percibía como subversivo porque se daban cuenta de que era verdadero".
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