1. Perro Amorfo nace de la rabia. Perro Amorfo nace de la necesidad de decirse, decirnos, que viene con los nudos en la garganta. Perro Amorfo nace de un nerviosismo ante la invisibilidad e inviabilidad del discurso aún en construcción, de lo que se pierde en la búsqueda de lo pulido. Perro Amorfo nace para tratar de darle lugar al reflejo torpe, el cajón olvidado, a la colectividad indecisa, a la falta de creatividad, a la flojera estética. Perro Amorfo nace como un aprendizaje, mayormente un aprendizaje, sí.
2. Perro Amorfo es un proyecto de la Venezuela del 2017, es decir, un proyecto que emerge de un contexto de violencia e incertidumbre que desdibujó las nociones de futuro colectivo. En ese sentido, Perro Amorfo va de la mano de una preocupación por no poder encontrar o no saber producir vehículos para la expresión en un espacio discursivo que se tornaba cada vez más complejo de afrontar. Una preocupación por no saber, no querer, no poder, decir. De cierta forma, Perro Amorfo es un proyecto de la interrupción, de habitar la interrupción, de aprender a interrumpir.
3. Perro Amorfo es un taller de (fan)zines. Eso es, quizá, un buen principio. Un taller de (fan)zines para jóvenes. Un taller de (fan)zines, no obstante, que aspira no a la producción material de dispositivos, sino a ahondar en el proceso mismo de tratar de decir personal o colectivamente. No el (fan)zine como soporte físico solamente, sino como proceso de soportar, de hacer que algo o alguien sea un soporte. No la limpieza del diseño, ni la cuidada factura de los librillos engrapados o cosidos, sino la exploración que conlleva indagar entre medios y herramientas para tratar de darle forma para lo que en la experiencia se nos presenta apenas como chispazos o fragmentos.
3. Un taller de Perro Amorfo busca ser un espacio que revele las capacidades productivas de un adolescente, de una adolescencia. Creatividad desbocada en un contexto que promueve la repetición de lo mismo. Talleres de (fan)zines, entonces, que insisten en la capacidad de los jóvenes de decir, y decirse, sobre y en su cotidianidad inestable, inestabilizada. Perro Amorfo es un proyecto que quiere darle un lugar a la mirada del adolescente, que anhela ser soporte de un cuestionamiento, que confía en que la indagación de la relación que sostienen, que sostenemos, con los lugares de la cultura y la sociedad (las artes plásticas, la vida en comunidad, la educación, la música, el amor) revelará las potencias de un discurso menospreciado, adormilado y desautorizado.
4. Perro Amorfo es un taller itinerante. Un taller de espacios variables y de ciclos inconclusos. Un taller abierto, siempre, que se sostiene no por su presencia constante, sino por el gesto potencial que revela tan simple y necesario. Un taller que es sobre todo un lugar de encuentro y diálogo, una pequeña suspensión ante la voracidad del presente, que sostiene una invitación constante a la apropiación y la reproducción de ese lugar que se crea en el sentarse a hacer juntos.
5. Perro Amorfo quiere insistir en entendernos como colectivamente incluso en los, en apariencia, más individuales de nuestros procesos (creativos). Es decir, en enseñar y conversar sobre lo que emocionalmente avergüenza, expresivamente callamos y creativamente callamos. Confía, pues, en que proponer un espacio para mostrar y mostrarse es un camino, una salida, una ruta a seguir. Perro Amorfo insiste en la necesidad de no sentirnos solos. De allí que su nombre haya sido dado por sus primeros talleristas, que sus registros y diseños sean grupales, que sus procesos privilegien la transparencia, que sus consignas sean contingente, siempre modificables, según los lugares de itinerancia.
6. [Los primeros talleres] Surge Perro Amorfo en el resguardo de librerías y espacios culturales. Lugar de contrabando entre actividades y propuestas que se orientaban únicamente hacia niños o adultos dejando de lado a los adolescentes, sus posibilidades y sus búsquedas. Estos primeros encuentros tomaron la forma de prolongados talleres donde la experimentación con diversas técnicas de escritura e ilustración fue de la mano con un recorrido por la historia del (fan)zine. La orientación fundamental era presentar, en el juego entre estos dos polos, la pluralidad de sentidos posibles en nuestro objeto central: forma de publicación de bajo costo, espacio de rebeldía, modelo de consumo crítico en una sociedad globalizada, medio para la construcción de comunidades, reivindicación de lo marginal y lo marginado. Estos talleres, que apuntaban a durar alrededor de una semana, fueron lugar de dinámicas fundamentalmente de reconocimiento: tratar de encontrar en el diálogo sostenido una conciencia sobre las necesidades de nuestros talleristas, ahondar en los discursos que para ellos resultan más relevantes, ubicar el (fan)zine como un impulso siempre-ya presente en sus vidas, hallar las dificultades, los silencios y rabias que guardan ellos como grupo, colectividad. Por ello, los ejercicios abordaron sobre todo la expresión y apropiación de imágenes en torno al desenvolvimiento del cuerpo y del pensamiento en su contexto y sus relaciones personales con el mundo.
7. [Los talleres de poesía] Un par de talleres de Perro Amorfo giraron en torno a dos tradiciones de poesía: la estadounidense y la venezolana. En estas itinerancias, la naturaleza, si es posible hablar de una naturaleza, claro, del poema como acto de literatura nos permitió insistir sobre dos posibilidades del (fan)zine: 1) entenderlo como espacio de experimentación del sentido, donde la imagen y la palabra no necesita corresponder con un significado externo sino con la relaciones que construyan en el dispositivo; 2) ahondar en las necesidades expresivas que llaman a producir un objeto propio fuera del circuito de distribución y con una recepción, en principio, más bien reducido. En uno de estos talleres, la relación de las adolescentes con una tradición extraña, la estadounidense, los llevó a considerar los límites del lenguaje como vehículo para sostener la presentación de sus estados emocionales y de sus relaciones interpersonales. Por lo mismo, los ejercicios tendieron a una transformación radical, en apariencia, de los textos leídos para crear inscripciones propias de sus intereses particulares, de situaciones de su cotidianidad y a dejar constancias de las pequeñas fracturas en su relación con la construcción de sentido en sus vidas. En el otro, la relación con lo conocido, la tradición venezolana, en apariencia les exigió un cuidado mayor hacia los materiales trabajados. La cita directa con su poderosa presencia y las formas reconocibles dentro de un cierto discurso identitario, entonces, fueron los insumos de lo que se valieron aquí para la apropiación: una serie de dispositivos emergieron, entonces, que cuestionaban no lo, en apariencia, profundamente personal, sino acaso el lugar que ocupaban dentro de un entramado colectivo y un discurso de la ciudad asediado por el peligro constante de desintegración.
8. [El Calvario Puertas Abiertas 2022] En una plaza del barrio El Calvario, como parte del evento El Calvario a Puertas Abiertas organizado por Ciudad Laboratorio, Perro Amorfo realizó una intervención que ocupó toda una tarde. Entre bombonas de gas que esperaban ansiosamente ser surtidas, los niños, principalmente, y los adultos que se acercaban cotidianamente al espacio fueron invitados a componer un (fan)zine colectivo que poco a poco iba tomando la forma de una cobija de retazos. Pequeños recortes de tela, entonces, eran entregados a los participantes para que cada quien mirara atentamente y dibujara algunos objetos amados de su comunidad. Buscábamos, al final del día, componer un dispositivo de afectos que pudiese cobijar, aunque fuese brevemente, a los habitantes de El Calvario. Esta premisa fue expandida por los talleristas, quienes recorrieron las actividades que colectivamente habían estado realizando orgánicamente a lo largo de diciembre para construir comunidad, al tiempo que imaginaban también un devenir promisorio para el barrio y el país. El testimonio fragmentado y afectivo correspondía, por estas razones, no solo al espacio cercano, sino que abarcó sin miramientos el ensueño, la fantasía, el deseo, el recuerdo y el sinsentido. Esta cobija de retazos afectados constituyó una indagación, por esto, en la diversidad de lo que nos afianza a eso que nombramos como nuestro hogar y las capacidades de abordar esos lazos desde la creatividad.
9. [El Banco del Libro Puertas Abiertas 2023] “Hijo desencadenado hoy,/ furia reconquistada,/ ensoñación ante las puertas sagradas”, estos versos de Vicente Gerbasi, en su poema Mi padre, el inmigrante, sirvieron de epígrafe a la actividad realizada en El Banco del Libro Puertas Abiertas. Una intervención, de nuevo, donde invitamos a los visitantes del evento a imaginar el sentido y la amplitud de lo que entendemos como puertas. Se trataba de una invitación a ahondar brevemente en la memoria y el afecto para trazar esos tránsitos donde experimentamos la sensación de traspasar un umbral para llegar a un lugar. Así las puertas de las casas de infancia, para algunos, se entrelazaron con dibujos de animales, portales en espiral, prolongadas avenidas y complicados laberintos. La conversación surgida en torno a este (fan)zine colectivo, que la voracidad participante extendió hasta ya entrada la noche, intentó explorar la idea del límite y la limitación que rodea esta serie de eventos organizados por Ciudad Laboratorio: ¿qué cosas entran en juego en esta invitación a entrar en espacios, comunidades e instituciones, que imaginamos cerradas pero nunca lo han estado?, ¿qué implica pensar una puerta cerrada, una entreabierta, una rota?, ¿qué cosa en nosotros mismo transgredimos cuando decidimos atravesar la puerta equivocada? En un evento donde los participantes estaban rodeados de libros, de breves obras teatrales, de danza, de fotografía y pintura: ¿cuáles son nuestras entradas y salidas de estos mundos en los que hacemos vida?, ¿cómo podemos expandirnos a tantos territorios y, al mismo tiempo, quedarnos tan cortos en otras situaciones?
10. [El Calvario Puertas Abiertas 2023] “Codiseñar el espacio compartido” es el nombre de la metodología puesta en práctica en esta intervención por Perro Amorfo y Javier Grajales, artista venezolano, amigo, ganador del 23º Salón Jóvenes con FIA. Una lámina de acrílico dispuesta frente a distintos espacios de la comunidad del barrio El Calvario fue el soporte de una invitación a imaginar la forma en que queremos transformar el espacio en el que vivimos. Transformar, en este sentido, es aquí una toma de conciencia de las maneras en que los espacios están siempre-ya modificados por la relación imaginaria que construimos con ellos. Una invitación doble implicó esta metodología: trabajar con la noción de identidad, lo que nos permitimos considerar como posible dentro de lo que somos, y también destruir esa noción partiendo de la innegable materialidad de la imaginación que necesariamente desborda esa identidad. Pensar el lugar en el que vivimos, reconocer como cambia cuando lo observamos y cuando lo habitamos, fue aquí mirar detenidamente el proceso de cómo componemos y de qué nos valemos para componer nuestros tránsitos por la cotidianidad. En el acrílico, entonces, aparecieron a lo largo de la intervención algunos de los espacios que sienten, sentimos, hacen falta y algunas imágenes que acompañan esa vida hecha por los habitantes, pero también se evidenciaron las reconfiguraciones que ya tenían lugar en la forma en cómo eran utilizados esos espacios y que en la imaginación apenas se mostraba y se perfeccionaba aquella que en la “realidad” ya ocurría. Así, el codiseño que quería constituir el ejercicio se afirmaba en la apropiación de las capacidades que los habitantes en todo momento ponen práctica, más que una imposición un reconocimiento y consolidación de una parte del vivir en comunidad que con demasiada facilidad se ignora y se deja de lado a la espera de los expertos (que nada saben).
Si te da curiosidad, descarga nuestro primer fanzine, el que dio inicio a este proyecto:
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