Nunca leí American Psycho. Sabía algo por la película y el revuelo de Christian Bale mostrando sus carnes. Y este verano leí, con absoluta ingenuidad, el último libro publicado por Bret Easton Ellis. Es raro ir a ciegas con un libro de casi 700 páginas pero valió la pena.
El autor inicia un viaje a su juventud en Los Ángeles de los ochenta. Bret es la voz narradora, protagonista de este insaciable recorrido por los excesos. Un joven en un entorno privilegiado, que busca encontrar un espacio para encajar con el mundo adulto. Su recorrido es un viaje de autoconciencia a través de las drogas, el sexo, el alcohol y la construcción de una identidad. Bret sabe quién es, pero no lo que será. Quiere escribir, desea hacer cine, a costa de lo que sea. Junto a él, se suman los personajes de Thom, Susan, Debbie, Ryan, quienes también viven en ese inquietante borde hacia lo adulto.
A excepción del nuevo compañero de instituto: el inquietante Robert Mallory, lleno de enigmas, seductor y guapo; por el cual Bret se obsesiona. Busca relacionarlo con el Arrastrero, un asesino que ataca a los adolescentes y sus mascotas.
Esta novela no es un thriller, el suspenso da también paso al humor negro, a lo psicótico de un joven necesitado de historias y a un autor que se enfrenta a su nostalgia de hombre mayor, adornando con excesivo detalle una vida pasada. Ese Bret del que habla Bret está en su último año del instituto, viviendo una historia muy salvaje pero terriblemente vulnerable. Es un viaje iniciático aparentemente tan superficial y fácil, que cruza a la frontera de lo explícito, lo descarnado.
Es curioso que el título del libro sea Los destrozos, porque originalmente es the shards = los fragmentos. Y la novela va de eso, de los fragmentos en la memoria de Bret. Sí hay un desastre latente, lo ves llegar siempre, un destrozarse el alma en nombre de la ficción por parte de un narrador del que no te fías. Bret te absorbe, eres un lector atento, sumiso, como sus personajes. Formas parte de una inercia que te socava todo el tiempo. Habitas la duda.
Hay mucho oficio detrás de este libro que me negué a abandonar. Fui un lector usado pero impresionado.
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