Docenas de obras de ficción y no ficción, cortometrajes y largometrajes, conforman la cuidada programación de la XIII Edición de MUSOC, Muestra de Cine Social y Derechos Humanos de Asturies. Un espacio de encuentro entre el arte cinematográfico, el activismo y el pensamiento crítico que se celebrará del 10 al 31 de enero de 2025 en 10 concejos asturianos y que nos invitará a soñar con alternativas, frente a las realidades jerárquicas, opresivas o injustas que las películas seleccionadas retratan y denuncian. Os aconsejo que no os perdáis ninguna de las perlas que os recomiendo a continuación.
La cocina
Viernes 10 de enero
19:30 h.
Casa de Cultura Teodoro Cuesta, Mieres
Dice Peter, el protagonista de la obra teatral La cocina (1960), de Arnold Wesker, que el sueño “es el tiempo en que te olvidas de lo que eres y haces lo que podrías ser. Cuando el hombre sueña, crece” (traducción de: “It´s the time when you forget what are you and you make what you could be. When a man dreams, he grows”). Sin embargo, cuando le preguntan qué haría cuando se cumpliera su deseo -la desaparición de la cocina en que trabaja-, enmudece tímido y nervioso, sin encontrar respuesta, incapaz de seguir soñando.
Thoreau se lamentaba: “Este mundo es un lugar de negocios. ¡Qué bullicio infinito! Casi todas las noches me despierto por el resoplido de la locomotora. Interrumpe mis sueños.” Con esta cita del filósofo trascendentalista estadounidense empieza La cocina, vibrante adaptación cinematográfica del cineasta mexicano Alfonso Ruizpalacios (Güeros, Una película de policías). Y la referencia no parece más apropiada. Ruizpalacios nos introduce en el estrés de un caótico día de trabajo en la bulliciosa cocina de The grill, una trampa para turistas en Nueva York con paupérrimas condiciones laborales. Este claustrofóbico espacio se convierte en microcosmos satirizado de ese mundo de negocios del que hablaba Thoreau. Una multicultural sociedad jerárquica, clasista y racista en la que el alienante, precario, mecánico, frenético y sisífico trabajo impide los sueños y el crecimiento personal. Una inhumana sociedad capitalista ante la que la violencia (en el sentido de Los condenados de la tierra de Frantz Fanon) parece ser la única salida.
Trasladando la acción de la obra original de Gran Bretaña a pleno Times Square, añadiendo dos tramas centrales a modo de macguffin y situando en primer plano la representación de la realidad migrante, Ruizpalacios es fiel a la furiosa beligerancia crítica de Wesker (importante exponente del kitchen sink realism). Pero se aleja de la teatralidad regalando al espectador una barroca, heterogénea e impresionante puesta en escena llena de arriesgadas ideas. Desde juegos con la aparición repentina del color hasta pasajes rodados con muy pocos fotogramas por segundo; desde precisos e informativos travellings hasta planos detalle de la elaboración de las comidas cocinadas con cariño; desde planos cenitales hasta split diopters; desde un alucinante y agobiante plano secuencia que recuerda a Birdman (Alejando G. Iñarritu) hasta un catártico montaje de primeros planos de los personajes insultándose que remite a Do the right thing (Spike Lee)… Cine febril.
Dahomey
Domingo 12 de enero
20:00 h.
Centro Niemeyer, Avilés
Dahomey, el segundo largometraje de la directora franco-senegalesa Mati Diop. Es un metódico documental que retrata los pormenores, así como las reacciones de celebración y discusión, que suscitó el proceso de restitución a Benín, en 2021, de 26 piezas del reino de Dahomey que se encontraban en el museo Quai Branly-Jacques Chiriac (París). Con una claridad, precisión, transparencia y concisión admirable, Diop resume la situación en breves intertítulos para después centrarse en la labor de los operarios que embalan, cargan, transportan, colocan, vigilan, protegen, examinan o describen las obras, ocupando estas usualmente el centro de las composiciones, enfatizándose su materialidad.
Y, de repente, una misteriosa y onírica voz emerge desde la oscuridad, hablándonos en el idioma fon. Se trata de la pieza número 26 (según la catalogación francesa), de la estatua del rey Ghézo (tal y como se nombra en Benin). Huella de un pasado que ha sido olvidado, en tanto que despojado y “folclorizado” en un museo que entraña su muerte. Con la pantalla en negro, nuestra atención se focaliza en las palabras, sugerentes reflexiones poéticas, en sintéticas frases cortas, que dotan de subjetividad concreta a la realidad colonial colectiva. Las imágenes podrán acompañar sus monólogos, solo cuando la obra recupere su identidad y su vitalidad en tanto objeto metamórfico de discusión presente, confirmándose el carácter y el potencial rebelde, cambiante y activo de la tradición y el patrimonio cultural.
La propuesta se completa con la filmación del estimulante y entretenido debate postcolonial de la comunidad universitaria de Abomey-Calavi en el que, lejos de ofrecerse aleccionadoras soluciones únicas, se discute acerca de los efectos del colonialismo, la noción de patrimonio, el sistema educativo o los pormenores de la restitución. Uno de los documentales del año, que se alzó con el Oso de Oro en la 74ª Edición del Festival de Berlín. Mi análisis completo de la cinta aquí.
Familiar touch
Lunes 13 de enero
20:00 h.
Teatro Filarmónica, Oviedo
Ruth (Kathleen Chalfant), una elegante mujer octogenaria, se maquilla y viste con ceremonial parsimonia para lo que parece ser una cita. Sin embargo, las extrañas reacciones del hombre con quien flirtea despiertan nuestro desconcierto. ¿Quién es ese hombre? ¿Lo conoce con anterioridad o no? ¿Está realmente interesado sexo-afectivamente en ella o mantienen más bien otro tipo de relación? Las preguntas se agolpan y nuestra falta de información nos sitúa en la misma posición y emoción que la protagonista. Pero cuando empecemos a comprender, antes que ella, que ese hombre es su hijo y que pretende llevarla a una residencia, pasaremos a pivotar entre la comicidad incómoda de la situación absurda y la profunda tristeza del drama que acarrea.
La ópera prima de la cineasta y coreógrafa estadounidense Sarah Friedland, Familiar touch, no cesará en situarnos entre la cercanía empática al sentir y la subjetividad de la protagonista y la distancia comprensiva de las diferencias entre el modo de significar su realidad de Ruth y el de las personas que la rodean. Un mecanismo que podría recordar vagamente a la impactante El padre, de Florian Zeller, salvo porque lejos de un exhibicionista, estridente y lacrimógeno relato del declive trágico y despersonalizador de la demencia, Friedland prefiere retratar con luminoso humanismo y tierna naturalidad el proceso de envejecimiento y adaptación a un entorno desconocido, enfatizando la pervivencia y continuidad de nuestro ser en las distintas etapas de nuestra vida. El resultado es un detallista coming of old age que, reivindicando la importancia de los cuidados, se convirtió en la gran revelación del pasado Festival de Cine de Venecia (premio a la mejor dirección y actriz de la sección Orizzonti y a la mejor ópera prima de todo el certamen).
Entre pasajes de evocadora sensorialidad y una atención precisa a la gestualidad y expresividad de la cotidianidad, emerge la desarmante interpretación de Kathleen Chalfant, que logra que su personaje mantenga constante su entereza y dignidad a lo largo de todo el metraje. Ella es el centro de un filme cuyos movimientos de cámara solo aparecen cuando el personaje comienza a estar a gusto. Una genial decisión formal de entre los muchos y conmovedores gestos cinematográficos que hacen de Familiar touch la película más bella de cuantas he podido ver del MUSOC.
La historia de Souleymane
Jueves 16 de enero
20:00 h.
Nuevo Teatro La Felguera, Langreo
Tras Hope y Camille, el realizador francés Boris Lojkine estrenó en la sección Un certain regard de Cannes la humanista y urgente La historia de Souleymane. Un trepidante y desesperante retrato de la estresante cotidianidad de Souleymane, un joven inmigrante ilegal guineano en París, días antes de acudir a su entrevista de solicitud de asilo, clave para obtener los papeles. Obligado a trabajar precariamente como repartidor de comida con el fin de conseguir el dinero necesario para hacer convincente, en tal entrevista, una historia que no es suya, Souleymane se ve sometido a un tortuoso periplo en el que cualquier mínimo retraso, error, imprevisto o traición puede ser fatal.
El filme, que hará las delicias de los fans del cine de los Dardenne o del Yo, Daniel Blake de Ken Loach, presenta un París sin glamour, de tonos azulados, rodado en una alternancia de tambaleantes cámaras en mano y precisos y rápidos seguimientos del protagonista en bicicleta, que hacen que la ciudad se sienta viva. En este ambiente, Lojkine construye hábilmente un personaje veraz, tan empático como incapaz de ayudar a las personas en su misma situación. A ello contribuye la convincente interpretación de Abu Sangare, intérprete no profesional ganador del premio al mejor actor en Cannes, los EFA y el FICX. Sosteniendo a la perfección, con su agotada y desmoralizada mirada, los primeros planos que abundan en la película, Sangare brilla en un sorprendente y emocionante final para el recuerdo. Un desenlace en el que la recuperación de la agencia y la afirmación de la propia identidad, frente al sistema que la invalida, se interpreta como un triunfo. Pase lo que pase.
Una obra que, en su indagación en los procesos de solicitud de asilo, hace una perfecta triple sesión con el incisivo y emocionante cortometraje La voix des autres (Fatima Kaci) y con el excelente documental The hearing (Lisa Gerig), ambos presentes en MUSOC.
A batalha da Rua Maria Antônia
Miércoles 22 de enero
19:30 h.
Casa de Cultura Teodoro Cuesta, Mieres
La Batalha da Maria Antônia fue un conflicto que, en octubre de 1968, enfrentó a estudiantes de la Universidad Presbiteriana Mackenzie -bajo el amparo del Comando de Caza Comunista- y alumnos (y docentes) de la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de la Universidad de Sâo Paulo. Estos últimos, pertenecientes al movimiento estudiantil de izquierdas, llevaban varios meses ocupando el edificio, resistiendo y protestando contra la dictadura militar de Brasil. A batalha da Rua Maria Antônia, ópera prima de Vera Egito, reconstruye con visceralidad este suceso a través de una tensa cuenta atrás de 21 coreografiados e impresionantes planos secuencia que siguen a diferentes profesores y estudiantes de filosofía involucrados en la batalla.
Rodado en 16 mm, en granulado blanco y negro, este ejercicio de recuperación de la memoria histórica brilla en su intenso espíritu combativo, en su detallista diseño de producción (cargado de carteles reivindicativos) y en su eficaz alternancia entre el viaje íntimo de concienciación social de la protagonista y el fresco de la militante lucha colectiva. Esa lucha que interrumpe las clases sobre la Poética aristotélica que una profesora se empeña en dar, a pesar de todo. La referencia no es casual, pues las enseñanzas del filósofo griego acerca de la tragedia permean la estructura dramática de toda la cinta: desde la unidad de acción y localización hasta la búsqueda de la catarsis en el relato en sí mismo, pasando por la proliferación de anagnórisis o reconocimientos. Y aunque, a veces, las interpretaciones no estén a la altura y el desarrollo de ciertos personajes sea un tanto abrupto, el resultado de este experimento estético y político asombra y funciona a la perfección.
Bird
Viernes 24 de enero
19:30 h.
Casa de Cultura, Cangas de Onís
La directora de Fish Tank y American Honey, Andrea Arnold, combina el realismo social y el mágico en Bird, su nueva película. Un entretenido coming of age precoz ambientado en una comunidad marginal en el norte de Kent. Arnold muestra con crudeza la mirada hostil de la preadolescente protagonista, Bailey (naturalista Nykiya Adams), al entorno de precariedad, irresponsabilidad afectiva, violencia y miseria en que se ha criado. Pero la atenta observación de la protagonista -enfatizada por planos subjetivos u over the shoulders, así como por las grabaciones desde su móvil- también es capaz de rescatar la felicidad, el amor y la belleza más emocionante y genuina, que se produce incluso en los contextos más adversos.
El epítome de esta dualidad es el fascinante personaje interpretado por un cautivador e insuperable Barry Keoghan. Padre impulsivo, ausente y mandón cuya honestidad amorosa y cariño no deja de sobreponerse por encima de su egoísmo y patetismo. Contradictorio y realista, se opone al ideal encarnado por un dulce Franz Rogowski que sirve de alivio y detonante para la esperanza. La cineasta introduce, a su vez, un estereotípico villano (un maltratador machista) que, a ojos de Arnold y la protagonista, no merece compasión y que genera alguna de las escenas más terroríficas de la cinta, rodadas con una tensa cámara en mano. Entre estas ambivalencias en torno a la construcción de personajes, emerge una película sensible, transparente y vital. Mi crítica completa aquí.
Simón de la montaña
Lunes 27 de enero
19:00 h.
Escuela de Comercio, Gijón
Decía Federico Luis que el germen de Simón de la montaña, apasionante filme argentino ganador del Gran Premio de la Semana de la Crítica de Cannes, fue una conversación con Pehuén Pedre, uno de los actores/personajes de la cinta, que tiene un certificado de discapacidad. “Estábamos conversando sobre nuestras zonas de imperfección compartidas y él me preguntó por qué yo no tenía mi certificado. A partir de esa pregunta se me reveló el mundo de la película.” (La entrevista completa aquí)
Lorenzo Ferro (El ángel) impresiona encarnando a Simón, un incomprendido y atribulado joven de 21 años que, ante su triste y violenta realidad familiar desestructurada, encuentra su lugar, integrándose en un grupo de personas con discapacidad cognitiva. Atraído por sus anárquicas, libres y lúdicas reglas de socialización y sus modos de amar y divertirse, Simón comienza a “actuar”, imitando sus tics y movimientos corporales.
La opacidad psicológica del complejo protagonista, junto al magistral uso de las elipsis, dotan a la obra de una fascinante y turbia ambigüedad moral. ¿Responden las acciones del protagonista a una irresponsable apropiación o a una genuina sintiencia? ¿Son sus engaños una forma de manipulación de los más indefensos, aprovechándose de y reforzando su posición de poder? La tensión y la incomodidad que la situación despierta son inevitables. Pero, cuando los inesperados e impactantes giros que nos regala el largometraje sucedan, entenderemos que eran nuestros prejuicios más capacitistas sobre nociones como la de “normalidad” o “discapacidad” los que acrecentaban dicha tensión.
Entre lo inquietante y lo tierno, Simón de la montaña es una película desafiante, provocadora, sutil, radical y profundamente reveladora, que desmonta nuestros prejuicios más arraigados y explora cuestiones como la identidad, la performatividad, el control, el amor o las relaciones de poder. Con un diseño sonoro impecable, un atinado elenco naturalista y una gran fuerza visual, el filme deja poso y resulta difícil de olvidar.
Toxic
Miércoles 29 de enero
19:30 h.
Centro Polivalente Integrado de Lugones, Siero
La directora lituana Sualè Bliuvaitè arrasó en el Festival de Locarno (Leopardo de Oro, mejor ópera prima y premio ecuménico) con Toxic, un crudo y fragmentario relato de las vivencias de Marija y Kristina, dos adolescentes de una escuela de modelos dispuestas a forzar y modificar sus cuerpos para escapar de su desolada, asfixiante, contaminada y marginal ciudad industrial.
Con una incisiva indagación en los infértiles anhelos de ascenso social por parte de los más vulnerables que recuerda al cine de Sean Baker, Bliuvaitè nos regala un estimulante, arriesgado y llamativo despliegue formal. Desde “lanthimianos” planos fijos generales que dan cuenta de la toxicidad ambiental y relacional, hasta tambaleantes cámaras en mano en los momentos más dolorosos y desagradables, pasando por originales e íntimas composiciones que nos acercan al tierno vínculo que las protagonistas construyen a lo largo de la cinta.
Un inesperado vínculo convertido en irrenunciable corazón de un largometraje duro que aborda de manera poco edulcorada cuestiones como el abandono, la anorexia, el bullying o la violencia sexual. Un vínculo que hace de cada cariñosa caricia un oasis de belleza, esperanza y amor frente a la miseria, la desgracia, la crueldad y la toxicidad imperante.
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