La última película que vi en Donosti, durante el Festival de cine de San Sebastián 2024, fue la dinámica y enternecedora La habitación de al lado (Premio Donostia), de Pedro Almodóvar, flamante ganadora del León de Oro en el Festival de Venecia, que adapta magistralmente la novela ¿Cuál es tu tormento?, de Sigrid Nunez.
Como en la obra original, la narración central de la experiencia ante la muerte cuenta con sorprendentes quiebres, que Almodóvar hace propios. Así, en la cinta, los comentarios feministas se sustituyen por los antibelicistas; las referencias a Walter Benjamin, Aristóteles, La broma infinita, Orson Wells, Chantal Ackerman, Hitchcock, thrillers psicológicos, etc., por las que se hacen a Hopper, Joyce, Elizabeth Taylor, Keaton o los libros de ornitología; o situaciones secundarias como el realismo mágico de un gato parlante, por historias de romances en irreales flashbacks. Pero, más allá de la forma, se mantiene el núcleo temático.
La novela se abría con una cita de la filósofa francesa Simone Weil: “La plenitud del amor al prójimo estriba simplemente en ser capaz de preguntar: ¿Cuál es tu tormento?”. Pedro Almodóvar entiende que la esencia de la obra de Nunez estaba ahí. En esa amistosa actitud de escucha comprensiva, acompañamiento sincero, empatía y cuidado (mutuo) que tal cita entraña. “Me encanta escucharte”, dice uno de los personajes. Y, con dulzura y elegancia, Almodóvar consigue que nos contagiemos del interés con que cada una de las protagonistas atiende a los relatos, recuerdos y reflexiones de su compañera.
Para ello, continuando con la depuración estilística y la contención de sus últimos filmes, el cineasta manchego confía en la palabra, en los cuidados diálogos que nos descubren el mundo interior de cada personaje, en algunos casos, acompañados de irreales flashbacks. Pero también confía en la emoción transmitida por una variada y delicada banda sonora de Alberto Iglesias en los montages de transición o por las actuaciones llenas de matices de dos intérpretes en estado de gracia. Impresionante es la dignidad y la enorme volubilidad en un solo plano de Tilda Swinton ante la experiencia de su inminente muerte, así como la contradicción interna transmitida por Julianne Moore entre el temor a tal muerte y el deseo de respetar la voluntad de su amiga (ese “sufrir sin culpabilizar a otros”), resuelta en un excelente arco de personaje.
Comentaba Almodóvar en la rueda de prensa: “Hay una enorme tentación en alguien que ha sido tan barroco como yo y contando historias tan extremas, que es la contención. La contención, como estilo, para mí significa la depuración. [...] La habitación de al lado habla sobre una mujer que agoniza en un mundo agonizante. Es un tema serio, mayor, grave, casi fúnebre. [...] En esta contención también quería no caer en ningún melodramatismo o sentimentalismo”.
El resultado de tal sobriedad es un conmovedor relato de factura impecable que termina por superar a la novela en un estimulante epílogo. Un final que refuerza el discurso político en favor de la eutanasia y que, sobre todo, llama al futuro, a la esperanza, al legado y la herencia de nuestros gestos, a nuestra pervivencia tras una muerte que vale más que una mala vida.
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