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Foto del escritorRamón Barreto

Francisco Massiani

Actualizado: 3 sept 2021


A sus casi 70 años Francisco Massiani es una leyenda viviente. Cuentista, amante de la novela corta, poeta esporádico, pero por sobre todas las cosas: artista. Histriónico al hablar, todo lo narra, todo lo describe. Si bien reconoce que la Caracas presente en sus relatos ha cambiado, sabe que su discurso atropellado, casi onomatopéyico, es aún fuente de inspiración para nuevos escritores. Su novela Piedra de mar y relatos como Un regalo para Julia han sido, hasta la actualidad, de referencia obligada para los jóvenes venezolanos.

Massiani es claro: “Me haces la entrevista hoy, si no, no vengas. Eso sí trae una botellita de vino”. El “Rancho Dallas” es un lugar distinto a los de su género. Los abuelos gozan de ciertas libertades. El escritor reposa en su cama, quedan algunos restos de pasta del almuerzo en una mesa de apoyo, repleta de libros y dos vasos.

Impaciente por el cuestionario, se rasca la cabeza mientras enciende el primer cigarrillo de muchos con un yesquero gigantesco. Apaga con un control el potente equipo de sonido que reproduce lo mejor de Serenata Guayanesa. Ahora solo se escuchan las guacharacas caraqueñas del atardecer, los primeros grillos sobre el verdor del patio y en la cocina ya casi están listos para servir la merienda. “¡Pregunta pues!”.

Si le tocara hacer una retrospectiva… ¿Boulevard de Sabana Grande o Boulevard de Saint-Michel?

Una pregunta interesante. Yo fui a París becado por el Inciba (Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes) que después se transformó en el Conac. Aquí en Caracas trabajaba en la Revista Imagen. El director era nada menos que Guillermo Sucre, el poeta. Trabajaba haciendo reseñas de las exposiciones de pintura. Guillermo me preguntó un día si quería quedarme en Imagen o irme a París.

Si me quedaba en la revista me iban a aumentar el sueldo; yo ganaba lo mismo que el ascensorista en aquella época, que igual era mucho dinero. Con lo que ganaba podía ir a un restaurancito, almorzaba espaguetis con albóndiga, me tomaba una cerveza y de paso compraba una cajetilla de (cigarros) Lido, por siete bolívares. ¡Era increíble!

Le dije que si. Y me fui a París con lo que ganaba aquí. Escribí Fiesta de Campoal volver, y después todas estas novelas anteriores a Piedra de Mar, a los 21 años de edad. Nosotros los venezolanos, íbamos mucho, pero no al Boulevard de Saint Michel, que estaba muy cerca, íbamos era al Boulevard Saint Germain. Al Café D’Anton, al Monaco, al Café Mondaine convergían varias calles que conformaban un espacio interior, solíamos reunirnos allí Carlos Hernández “El Indio” Guerra, Ramón Lameda con su grupo de teatro “La Misère”, Jean Michel Fossey, periodista francés, y José María Nunes, un gran director de cine, ya fallecido, que se adelantó a la nueva ola francesa, con una extraordinaria película: Noche de vino tinto.

La Caracas de los años 60, 70 y hasta la de los 80 era deliciosa, no sólo en Sabana Grande sino en toda la ciudad. Podías caminar de Plaza Venezuela a Chacaíto, sin miedo, y podías detenerte a tomar una cerveza, parar en la (librería) Suma, el Chicken Bar, Il Vechio Mulino, en donde Caupulicán Ovalles hacia un discurso porque él era presidente de “La República del Este”. ¡Sigue preguntando!

¿A qué edad le dieron la primera máquina de escribir? ¿Qué marca era?

No era mía, era de mi padre, me la cedió. Era una maquinita Underwood. Me la llevé a París. Me la llevé al Hotel Vetel en donde vivía, un hotelito modesto, limpiecito. Estaba pasando mucho trabajo y un amigo me dijo que la dejara con un prestamista a cambio de unos francos. Pasé dos días comiendo, pero perdí la máquina. Piedra de mar la escribí con esa máquina aquí en Caracas. Un regalo para Julia la escribí en una Olympia. ¿Tú no vas a tomar vino chico, debes estar sediento?

¿Cómo se escribe mejor con el estómago lleno o vacío?

Con el estómago vacío no se puede escribir, ni hacer nada, te sientes muy débil. Pero si no tienes comida, escribes igual. Se escribe mejor bien alimentado, pero sobretodo, muy enamorado, aunque despechado también.

¿Qué se siente haber ganado el premio nacional de literatura?

Me tomó de sorpresa, a mí me habían hablado del premio mucho antes. Escritores como Carlos Noguera me habían dicho (hace unos años) que yo iba a ser el premio nacional. Mentira. No me dieron ningún premio, pero me lo dieron ahora. Así que me tomó por sorpresa, una grata sorpresa.

Entre otras cosas porque no te olvides que yo soy un hombre de pocos recursos económicos y este premio me ayuda. No solamente por los treinta mil bolívares que es bastante para mí, sino por el subsidio. Es un gran premio y estoy muy contento por eso.

Pancho el artista

Con sus ángeles y demonios, en sus alegrías y vaguedades, el escritor se reconoce como alguien sumamente sensible ante la belleza, ante las palabras bien colocadas y por sobre todo ante el afecto de sus amigos. No tiene muchos ejemplares de sus libros para regalar, pero no concibe que alguien lo visite sin llevarse algo a cambio. Es por ello que cuando se siente inspirado saca las tizas y en un block de cartulina esboza mujeres, las musas, sus sirenas. El cabello y la fecha se mezclan con su firma: “Massiani”.

¿Qué influencia tiene la música en su obra? ¿Qué escucha?

Soy melómano, yo me despierto y pongo música. Mira yo puedo dejar de escribir, de pintar, de leer, aunque me es difícil, pero no puedo dejar de escuchar música. Ahorita estaba oyendo Serenata Guayanesa. Me gusta la música criolla venezolana, un Pajarillo, magnífico, un joropo bien recio, un tamunangue o un polo margariteño y por supuesto la académica. A mi juicio los músicos más grandes… Bach, Vivaldi, Beethoven, Brahms, Stravinski…

¿Y en cuanto a los escritores? ¿Cuáles influyeron en su adolescencia?

De los nuestros, me gustó mucho una novela que leí a los 17 años: Casas Muertas de Miguel Otero Silva, corta pero bellísima. De Guillermo Meneses La Balandra Isabel llegó esta tarde. Después le hicieron una película que ganó premio en Cannes ¿sabías eso? Mi padre fue un gran escritor, cronista, y él me prestó El Legado del Alquimista de Julio Verne, los de Ernesto Hemingway, Horacio Quiroga, Cortázar, Rulfo, García Márquez. También Carlos Fuentes del “boom literario”, una expresión que no me gusta mucho. Me gustaría poder decirle la “explosión de una nueva narrativa”, ya está.

¿Con cuál movimiento de la pintura se siente identificado?

El impresionismo, Renoir, Degas, Lautrec, Cézanne. De los recientes, el cinetismo que es maravilloso porque Soto es maravilloso, porque Vasarelly es maravilloso. Ahora, te digo que es interesante por las personas. La pintura sigue siendo pintura. A mí no me gusta mucho el señor Cruz-Diez, lo siento mucho. Gran artista no hay duda, pero él le dijo a una muchacha en París (ella me lo contó, yo no estaba allí). Él le dijo: “déjate de estar pintando, que la pintura de caballete murió”. Y eso es mentira. Tú agarras un caballete y pintas una naturaleza muerta (que no debería llamarse así) y es tan válido como un Cruz-Diez, siempre y cuando sea bueno.

Si tuviera que plasmar su obra literaria en un cuadro.

Pregunta bastante difícil. Yo estoy profundamente influenciado por Henri Matisse, así que mi obra sería una combinación de él con Goya, Velásquez y el más grande venezolano después de Michelena… Reverón.

¿Con cuál recurso literario no podría vivir?

(Silencio. Breve pausa) Las palabras, todo son las palabras. No podría vivir sin las palabras. Gracias a ellas podemos hacer literatura. ¿Qué sería de la vida sin la poesía y sin la música?

¿Qué recomendación le da a los que quieren ser escritores?

A los de ahorita y a los de después. Viajar mucho, así sea en autobús, a dedo… leer mucho y estar permanentemente enamorado. ¡El amor es lo único que vale la pena chico! en esta vaina, en esta vida.

Dios es amor. Lo otro ¿Qué haríamos nosotros sin pensar en una mujer antes de irnos a dormir? A pesar de que no nos hagan caso, no importa. Una Mónica Bellucci, una Kim Bassinger o ¡Maria Conchita Alonso, vale!

Dicen que las francesas prefieren un buen bistec antes que hacer el amor… una sinvergüenzura que dijo un gringo, pero yo no sé si es verdad (risas).

¿Si Corcho hubiera nacido en este momento, seguiría siendo el mismo?

Si naciera ahorita sería el mismo personaje, pese a todo el cambio que ha sufrido la ciudad. El interior de las personas es el mismo a pesar de que la música cambie, la moda. Seguiría siendo un tipo tímido con grandes dificultades para comunicarse con las mujeres. Aunque hoy anden en moto y aparenten que nada les importa un pito, probablemente atraviesan lo mismo que Corcho.

¿Conoce la obra Blue Label/Etiqueta Azul de Eduardo Sánchez Rugeles?

La tuve en mis manos, pero no tuve la oportunidad de leerla y he escuchado buenas críticas. Me han dicho que tiene cosas de Piedra de Mar, a pesar de que es muy reciente. Me encantaría leerla. Ya no hay crítica literaria en el país, muy escasa, antes llovían artículos en El Nacional, El Universal. Mucha crítica ha migrado al internet

¿Cómo se la lleva usted con esa plataforma?

Yo lo detesto. Nunca he tenido internet. Tuve una computadora en mi casa en La Florida, la usé un día y no me gustó. A mí me gusta mi máquina de escribir, vieja.

¿Todavía ladra?

¿Quién te dijo eso? Mi padre ladraba, imitaba a un perro perfecto. Pero cuando a mí me dieron el Premio Nacional de Cultura por Florencio y los pajaritos de Angelina, su mujer; me llamó Armando Rojas Guardia y estaba tan feliz que empecé a ladrar con Corso (mi perro) y él ladraba conmigo de felicidad. No tenía ni una gotica de whisky, ni de vino, ni de cerveza para celebrar. Después llamé y vinieron mis amigos con “caña”, como dicen aquí

¿Cree en la reencarnación?

Más que en la reencarnación creo que el hombre no muere, nunca. El hombre es eterno, hablando en serio. Mientras exista el entusiasmo, el apetito de vida y el amor, el hombre es eterno.

Conversaciones minúsculas

Una palabra

¿Una o tres? La cosa es fascista si es solo una palabra, solo falta un gordo con una bayoneta… Esperanza, primavera, mujeres y buenos días, puedo seguir… Las mujeres son… Maravillosas, no se puede vivir sin ellas.

¿Caracas o París?

París tiene su encanto, Caracas pese a lo peligrosa, es encantadora también. ¡Dígame este clima!

¿Qué es la juventud?

Un potro salvaje que busca desesperadamente la verdad y la belleza.

¿Qué es la vejez?

No la conozco todavía y espero no conocerla, sino más tarde.

¿Cuál sería el mejor regalo para Julia?

¿No el pollito, verdad? (…) Sería un disco de Yordano.

¿Qué le queda por hacer o escribir?

Todavía me falta mucho por hacer, muchísimo.

¿El hombre es un animal político?

Aquí lo es, inevitablemente hablan de política en un cumpleaños. El venezolano es político por naturaleza. Uno se satura más que de la política de la politiquería.

***Imágenes usadas en esta entrevista: 1, 2. Detalle de fotografía tomada por Pablo Duarte: @pabludu 3. Ilustración creada por el mismo Francisco Massiani el día de la entrevista.


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