Decía Agustín de Hipona que solo existe el tiempo presente, pues el pasado ya no existe y el futuro todavía no es. Más bien, «hay tres tiempos: presente de los hechos pasados, presente de los presentes y presente de los futuros» (Confesiones, Libro XI). Los hechos pasados el alma los vería a través de la memoria, mientras que los futuros se presentan en la espera.
Los adolescentes protagonistas de la melancólica y austera Ce n´est qu´un au revoir (Enfants Terribles) estudian estos pasajes de la obra del filósofo medieval antes de examinarse en la selectividad. Y, aprueben o no, los entienden. Asolados por el recuerdo de un pasado traumático y por la inminencia de la despedida, así como inquietos ante la espera de un futuro incierto, ellos entienden que han de exprimir al máximo sus últimos momentos juntos, y disfrutar de los juegos nocturnos, de las raves, de las conversaciones, que les han mantenido felizmente unidos hasta entonces.
Filmada en 4/3 y con rigor observacional, el cineasta Guillaume Brac retrata, con la misma empatía y cariño que demostró en su tierna ¡Al abordaje!, un instante único en la vida de un grupo de amigos del internado o ciudad escolar de Drôme. Añade, además, las voces en off de algunas de las protagonistas -Aurore, Nours, Jeanne y Diane-, que nos revelan su sentir con respecto a su pasado, y que dotan de gravedad a imágenes de una bella ligereza. Decía Brac en el encuentro que (traducción libre): «Hay algo que me emociona mucho cuando filmo a los jóvenes. Es que todo parece al mismo tiempo ligero y grave, y eso se corresponde perfectamente a lo que amo del cine. Esa mezcla de ligereza y alegría con la gravedad de las cosas más dolorosas. Pero cuando se trata de la juventud, yo tengo la impresión de que hay mucha esperanza».
Con respecto al origen y las motivaciones de este proyecto, apuntaba a un sentido de responsabilidad en torno a la representación de la juventud: «A ver..., la primera cosa es que justamente antes de hacer el filme, estaba escribiendo una película de ficción protagonizada por adolescentes en un viaje del instituto, y en el curso de la escritura del guión me dio la impresión de que los personajes que estaba creando junto a mi guionista eran muy arquetípicos. Ni ella ni yo conocíamos verdaderamente esta edad, porque estaba lejos de la nuestra. Y tuve la impresión de que no era justo lo que estábamos escribiendo, así que decidí ir al instituto más próximo de donde yo vivía a hacer un documental»
Allí puso su cámara y fueron surgiendo los múltiples temas que se tratan a lo largo del metraje: la contraposición entre la familia biológica y la escogida, el compromiso ecologista, la educación, etc. Tópicos coordinados y momentos vividos bajo la plena conciencia de la proximidad de la despedida. No es más que un adiós, nos dice Brac, pero sabemos, con Agustín, que eso ya es mucho. Que lo experimentado dejará de existir, pero que, al menos, permanecerá en una memoria que, gracias a la amistad vivida, será más luminosa de lo que era antes.
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