Cecilia tenía “susto”. No era miedo. A sus 17 años buscaba traducir la sensación de haberse ganado una beca de los Colegios del Mundo Unido (UWC). En su maleta llevaba los versos de Kavafis: “Ten siempre a Ítaca en tu mente. / Llegar allí es tu destino”. Sólo sabía que viviría dos años en Duino, Italia. Si las leyendas de su familia en Boconó le parecían fantásticas, estudiar en un castillo frente a un acantilado sobre el mar Adriático era mucho más irreal. Elaine, en cambio, no hacía maletas. Compró mantas guajiras, budares, banderas, libros, ropa de invierno. Se transformó en una quincalla andante. Lloró hasta por el sobrepeso en Maiquetía. El “susto” le entró al llegar al Colegio en Noruega. Ni leyendo todos los libros que llevaba en la maleta podía imaginar aquel reflejo de las casas, que vio a las orillas del helado fiordo noruego. Ese “susto” le ocurriría a Antulio en Maracay, antes de viajar a también Noruega. A Daniel en Valencia, al partir a Gales, y a Iván al irse a Hong Kong. El “susto” traducido en emoción por la aventura acompaña a muchos jóvenes que estudian el bachillerato internacional en estos Colegios, instituciones que existen desde hace más de cincuenta años en distintos países.
Los Colegios del Mundo Unido (United World College, UWC) son una ONG educativa mundial que inicia su camino en 1962 con la fundación del primer colegio en el Atlantic College, al Sur de Gales. La premisa nace en manos de un educador alemán, Kurt Hahn, quien fue una persona crítica durante la Segunda Guerra Mundial. Hahn enfrentó al régimen nazi con discursos en contra de Hitler, buscando el rechazo de los profesores y estudiantes. Sus ideales promulgaban una formación plural y libre dirigida a los adolescentes. Su respeto hacia los jóvenes lo conducía a una necesaria búsqueda por evitar un desarrollo social ajeno a la corrupción que implicaba la adultez, mucho más en épocas de guerra. Buscaba, bajo todo pronóstico, instalar un sentido moral arraigado en los jóvenes para que pudieran ponerlo en práctica en la sociedad. Es por esta razón que, enmarcado en la tolerancia, propuso la alternativa de juntar a personas jóvenes de distintos países con una misma educación, para empezar a construir un discurso de paz. El plan era seleccionar adolescentes, sin importar su estrato social, género, cultura o raza, en edades comprendidas entre los 16 y 19 años, de diferentes países y ofrecerles un programa de becas para optimizar las posibilidades de todos los jóvenes que quisieran participar.
A partir de 1967, los colegios se han multiplicado en distintos países, brindando una oportunidad mucho más global y transcultural. Esta organización, de mano de la evolución social del mundo, sigue gestionando nuevas espacios y ampliando las oportunidades de participar en el proceso. Existen colegios en Gran Bretaña, Canadá, Singapur, Italia, Estados Unidos, Suazilandia, Hong Kong, Noruega, India, Costa Rica, Bosnia y Herzegovina, Holanda fundada recientemente en el 2009, junto a Alemania y Armenia que abrirán sus puertas a los estudiantes a partir del 2014. En Venezuela, hasta hace algunos pocos años, existía uno de las sedes de estos colegios, especializado en la enseñanza de la agricultura. Fue clausurado, a pesar de las protestas, a causa de la coyuntura política reinante en el país. Sin embargo, Venezuela sigue convocando a jóvenes interesados en formar parte de esta experiencia.
UWC depende del trabajo y la dedicación de los distintos comités nacionales en 140 países que, de forma voluntaria, generan un proceso de selección para identificar y seleccionar a los nuevos estudiantes de estos colegios. En Venezuela, el comité nacional llamado AVEMUNDO (Asociación Venezolana de Colegios del Mundo Unido) se organiza con la colaboración de ex alumnos de los colegios y voluntarios que se unen para evaluar durante tres etapas a todos los inscritos: prueba, convivencia y entrevista. Otorgando becas o cupos a los participantes seleccionados basándose estrictamente en el mérito durante la selección. La misión de los comités nacionales no sólo consta en seleccionar, enviar y orientar a estos jóvenes estudiantes, sino en orientar otras actividades de labor social a la comunidad. Sin ir más lejos, AVEMUNDO recientemente y en conmemoración al Día Mundial de las Playas, unió fuerzas junto a Fundena (Fundación para la Defensa de la Naturaleza) y Sitios WAO para la recolección de 180 kilogramos de basura en las playas de Caruao.
Los proyectos de servicio a la comunidad y voluntariado forman parte de la educación de los jóvenes en los colegios, en justo equilibrio con las actividades físicas, creativas y el programa académico que se articula en torno al Diploma del Bachillerato Internacional, reconocido por su prestigio dentro las universidades más selectivas del planeta. Actualmente, el proceso de inscripción para Venezuela acaba de dar inicio. Tanto las charlas informativas como los espacios para compartir experiencias de anteriores alumnos, se están llevando a cabo para invitar a nuevos jóvenes a participar en la selección. Estas convocatorias siempre se actualizan en su página web o redes sociales. No en vano Nelson Mandela, presidente honorario de UWC, cataloga a los participantes como “células de innovación y catalizadores del cambio”.
En Venezuela los adolescentes también son agentes del cambio, como lo anhelaba el profesor Hahn. Y si ocurre la posibilidad de que, además, algunos de ellos surjan de estos colegios, con seguridad celebrarán el Ramadán, entenderán el conflicto Palestina e Israel de boca de sus protagonistas, oirán otros idiomas, comerán otros sabores, contarán otras historias. Pero también vestirán de colores en inviernos duros, defenderán el origen de la arepa ante los colombianos o entenderán otras aristas de la sociedad, la educación y la cultura. Maryan, Javier, Elisaul, María Ignacia, Nadine, Alejandro, Guillermo, Ronald, Lorena, Luis, Swelen, Mariela, Roberto, Adrián, Mariana, Isabella, Fabiana, Claudia, Eliseo, Jeffry, Marcela, David, Miranda, Andrés, Carlos, Oriana, Israel… son muchos los nombres de historias que empezaron con un “susto” en Venezuela y terminaron con una continua ampliación de perspectivas sobre el mundo.
*esta publicación originalmente formó parte de una colaboración semanal que PezLinterna hizo para la revista Prodavinci en el año 2014.
**Escrito a cuatro manos entre Isadoro Saturno y Freddy Gonçalves Da Silva.
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